Tercer desafío del Circuito Andes Pacífico
San Pablo es un escenario común de muchas competencias locales en aguas abiertas. El pasado 4 de agosto del 2024, se desarrolló el tercer desafío del año, el Reto Xtremo, del circuito amateur de aguas abiertas conocido como “Andes Pacífico”.
Como en los desafíos anteriores, las distancias de competencia disponible fueron: 500 m., distancia sprint; 1,5 km., distancia media challenger, y 3 km., distancia challenger. Si has leído alguno de mis otros posts, probablemente deduzcas que opté por la distancia de 3 km. Otros tres compañeros de equipo eligieron la misma distancia, mientras otros, más afines a la velocidad y explosividad, se decantaron por la media-challenger.
El sábado previo a la competencia viajé al área de San Pablo. Esta vez, junto con dos compañeros de equipo, Chela y Jorge, alquilamos una propiedad en Airbnb. Era un casa muy acogedora, moderna, bien iluminada y estratégicamente ubicada, a pocos minutos del lago, y con una discreta vista hacia este.
El Día de la competencia
A las 5 am., sonaron nuestras alarmas y nos levantamos. Nos arreglamos y comimos algo ligero antes de dirigirnos al Lago. Pasadas las 6 de la mañana, llegamos al punto de encuentro donde iniciaría el calentamiento pre-competencia. En esta ocasión, nuestro entrenador no participó en la competición, pero estuvo acompañándonos y dirigiendo la sesión de ejercicios. Uno de nuestros compañeros de entreno- Homero- que, inicialmente iba a participar de esta competencia, no pudo asistir, dejando sin uso su cupo de inscripción. Las cosas se alinearon para que, Chela, quien, en un inicio no iba a participar, pudiera hacerlo con el cupo de Homero. Únicamente, le faltaban unas gafas para nadar, y, felizmente, yo tenía un par extra que pude prestarle.
Un poco antes de las 7 am., llamaron a filtros a los competidores de la distancia challenger. Arrancaron los hombres y, un par de minutos después, las mujeres. Mantuve mi estrategia de empezar con discreción, en las líneas posteriores, para evitar el alboroto y los roces de las primeras líneas. Si bien muchos prefieren la táctica de iniciar con fuerza, a mí me resulta más sostenible empezar relativamente despacio y, progresivamente y según mis sensaciones, ir aumentando mi ritmo. Pude sostener un ritmo constante durante todo el circuito, pasando a varios nadadores en el camino.
En esta competición, procuré ser consciente de varios temas que omito al nadar, como por ejemplo: mantener una patada constante, estirar lo más que pueda en cada brazada y movimiento, buscar mantener siempre a la vista, al menos, a un par de nadadores para no perder puntos de referencia y, si llegaba a perderlos, tratar de acelerar un poco más para alcanzar al nadador más cercano. De esta forma, no experimenté mayores problemas de orientación, más allá de un ligero desvío en la primera vuelta (de dos) del circuito, el cual pude detectar a tiempo y no perder muchos minutos. Acabada la primera vuelta, sentí que faltaba poco, apenas 1,5 km., y con más decisión, mantuve mi ritmo de nado, alcancé a más competidores y nadé a la par de algunos compañeros- de esto me daría cuenta después, cuando llegamos al muelle de partida-. En el último giro, antes de la meta, aceleré mi ritmo y frecuencia de patada.
Llegué. Dentro de mi categoría por distancia, género y edad, en primera posición.
Luego de las premiaciones, nos despedimos de los compañeros, regresamos al lugar de pernoctación para tomar un baño y arreglar nuestros equipajes, antes de regresar a Quito.
A pesar de ser el San Pablo un lugar que, desde que nado en aguas abiertas, visito con frecuencia, me llevé algunas pequeñas satisfacciones de esta jornada, diferentes a mis anteriores nados en el Lago:
- Perdí un poco de miedo a aumentar mi ritmo de nado. Independientemente de la distancia de nado y del lugar, de si compito o solo entreno, suelo ser cauta al momento de nadar, pues sé que, al hacerlo, aumentaré mi fatiga y no quiero llegar a un nivel de sensaciones desconocidas, y posiblemente peligrosas, para mi cuerpo. Sin embargo, la experiencia me ha demostrado que el cuerpo es capaz de resistir más de lo que pensamos, y que es positivo evaluar cada circunstancia de forma distinta, según la situación y escenario al que nos enfrentamos. En esta ocasión, el escenario permitió poder acelerar un poco más, sin riesgo a comprometer mi objetivo de terminar la competencia.
- Ser consciente de cada uno de nuestros movimientos puede hacer la diferencia. Con frecuencia sucede que, al nadar distancias de fondo, perdemos la noción del espacio y tiempo, y activamos el botón de “modo automático”. Si bien esto puede ser positivo en ciertas situaciones, al hacerlo es posible que descuidemos detalles técnicos importantes de nuestro nado. Al ser consciente de mi cuerpo, pude sostener la técnica en buena parte de mis movimientos, logrando avanzar con más eficiencia sin necesidad de fatigarme más de lo necesario.
- Cada vez que nos enfrentamos a un mismo escenario, nuestra confianza y preparación va aumentando. Si comparamos a la Gema que se lanzó por primera vez al Lago San Pablo y sintió espasmos durante varios minutos antes de lograr empezar a nadar, no reconoceríamos a la Gema que, en esta ocasión, con mucho respeto y humildad, se movió cómodamente a través del Lago, confiando en su cuerpo, preparada para lo peor, pero esperando lo mejor del entorno, y enfocándose plenamente en ella, no en los otros.