Nadando en Playa Mann, Galápagos

La principal meta deportiva que me planteé para el cierre del 2023 fue participar en mi primera maratón de aguas abiertas, equivalente a 10 km. de nado. En Ecuador, se organizan pocas competencias de este tipo, por lo que no dudé en inscribirme en la competencia de Oceanman Galápagos, que se desarrolló, por última vez, del 4 al 5 de noviembre del 2023. Este evento tomó lugar en la Playa Mann, ubicada en la Isla San Cristóbal, una de las 4 islas pobladas del Archipiélago de Galápagos.

Aun cuando apenas estaba empezando a entrenar formalmente y la competencia estaba programada casi 10 meses después, decidí inscribirme, comprar los pasajes y reservar el hospedaje. Sólo pensé en que quería nadar mis primeros 10 km., sin considerar nada más. En perspectiva, creo que fue la mejor decisión, pues ahora el compromiso ya no era solo personal, sino también económico. Para mí, no había marcha atrás.

Competencia tras competencia, y noviembre llegó, el mes que más esperé del año, pues me pondría a prueba con mi mayor distancia. Hasta ese entonces, 7 era el número más grande de km. que había alcanzado nadando, haciendo un doble cruce en el Lago San Pablo. Confiaba en mis entrenamientos y preparación, pero no estaba segura de qué esperar ese día. Sabía que más que al físico, los 10 km. se trataban de dominar a la mente.

Aprovechando algunos días de feriado local, viajé con otros compañeros del equipo a Galápagos, un jueves por la mañana, llegando a mediodía a San Cristóbal. No todos nos alojamos en el mismo sitio, pero mantuvimos contacto la mayor parte del tiempo. Yo me alojé en la vivienda de David, un galapaguense que renta habitaciones a través de Airbnb. Su casa tiene una ubicación muy buena, frente al malecón y cercana al muelle y otros sitios de interés turístico en la Isla. Después de instalarnos en nuestras respectivas habitaciones, fuimos a almorzar en los quioscos de comida que se encuentran en la Playa de Mann, escenario de la próxima competencia.

Tuvimos suficiente tiempo para comer y disfrutar un poco de la vista al mar, antes de retirar los kits de competición (frente a la playa, apenas cruzando una calle). Aprovechamos las pocas horas de claridad que quedaban para realizar una práctica en el mar; inflamos nuestras boyas, nos colocamos las gorras y gafas, y entramos al mar. Fue una grata sorpresa encontrarme con un mar relativamente tibio, lejos del frío con el que lo recordaba y como normalmente está en aquella época del año. En un inicio, me había planteado usar neopreno para la competición, pero ya no fue necesario. Nadamos hasta la altura de algunos botes anclados a lo lejos de la orilla, aproximadamente 1.000 metros entre la ida y el retorno.

Cuando el sol empezó a ponerse, fuimos brevemente al hotel para refrescarnos antes de asistir a la charla técnica pre-competencia, donde se repasaron algunos detalles logísticos del evento. La distancia en la que participaba competía el sábado, junto con la de 5 km. El viernes previo a la competencia hice algo de turismo en la Isla, pero opté por no caminar mucho, para no estar agotada el día siguiente.

Charla técnica Oceanman Galápagos 10 km.

El día sábado de la competencia, me desperté a las 5 a.m., para alistarme y comer algo antes de ir al encuentro con el equipo en el lugar de competición. El ritual pre-competencia fue similar al de los demás: calentamiento y palabras alentadoras de parte de cada miembro del equipo para con los demás. Lo diferente esta vez fue que me dejé envolver por la emotividad del momento y, por primera vez, derramé algunas lágrimas antes de entrar al agua. No estoy segura de qué sucedió para me quebrara de esa manera; pudo ser una mezcla de emociones al estar a punto de cumplir mi meta deportiva del 2023 y no saber qué otro objetivo buscar después de los 10 km., y una sensación de fin, sin una continuación clara y definida.

En fin, superadas las lágrimas del momento, fuimos a la zona de salida y arrancamos los participantes de la categoría de 10 km. No había muchas personas en esta distancia, por lo que partimos todos por igual, independientemente del género y la edad. Como acostumbro, me ubiqué en la última línea de partida y mantuve como referencia a uno de mis compañeros de equipo que arrancó adelante mío, para orientarme con menos dificultad. Por mi miopía, no lograba ver claramente ni las boyas de referencia, ni las de giro. Fueron 4 vueltas en sentido antihorario al circuito de nado- que consistía en un triángulo imaginario delimitado por las boyas principales- para completar la distancia de competencia-.

Salida de Oceanman Galápagos 10 km.

Aquel día, el clima fue muy agradable; el cielo estaba despejado y el sol siempre nos acompañó. Hubo partes del circuito en las que las corrientes y el oleaje jugaron en contra; especialmente, el tramo paralelo al horizonte, en el que un fuerte oleaje nos acompañó durante las 4 vueltas. Haciendo un símil, la sensación de nadar aquellos trayectos fue la de estar conduciendo y pasando sobre varios rompevelocidades continuos, uno tras otro, a velocidad y sin pausa. Esto nos dificultó un poco visualizar las boyas de referencia, pero siempre había otra forma de guiarnos, ya sea a través de botes o de otros nadadores.

Durante las 4 vueltas, mi compañero y yo nos mantuvimos nadando a la par, a veces él delante mío, y otras detrás. Ya no recuerdo en cuál, pero en una de las vueltas nos encontramos con un tercer compañero del equipo, y, a partir de ese momento, estuvimos los tres juntos, pendientes el uno del otro, parando cuando uno se detenía, e hidratándonos simultáneamente en el bote de abasto.

En el último abasto de la competencia, un poco antes del tramo final para llegar a la meta, hicimos nuestra última pausa. En aquellos breves segundos, nos dimos algunas palabras de aliento y felicitación por el desafío que estábamos a punto de cumplir, y retomamos nuestro nado, esta vez, separados y a ritmos distintos. Eventualmente, uno tras otro llegamos a la meta. Fuimos las 3 últimas personas de la categoría de 10 km. en concluir, ¡pero qué alegría sentía en aquel momento! Finalmente cumplí la mayor distancia que me había propuesto para el 2023, y me encantó poder compartir este circuito en compañía de dos compañeros de mi equipo. Además, fueron un gran soporte para poder orientarme correctamente. No creo que la experiencia habría sido igual sin la camaradería de ellos.

Llegada a la meta en Oceanman Galápagos 2023

En la llegada, fuimos recibidos por los abrazos, palabras y otros gestos de cariño por parte de nuestros compañeros, familiares y entrenador. Oficialmente, muchos de nosotros estábamos completando por primera vez una maratón acuática. Fuera de las quemaduras por el sol y las inevitables aguamalas, salí del agua en buena condición. Luego de las premiaciones, nos despedimos y cada uno emprendió actividades diferentes en lo que quedaba del día. En la noche, nos reunimos en un café-bar del malecón para festejar nuestra jornada.

Regresé a Quito agradecida por mis primeros 10 km. y de que hayan sido en un lugar mágico como lo son las Islas Galápagos. Mi experiencia fue mejor de lo que había anticipado, y algunos temores que sentía antes de entrar y nadar en sus aguas, simplemente desaparecieron cuando empecé a nadar. La incómoda sensación del frío o el miedo a ser atacada por un tiburón se esfumaron. Cuando nadaba, me sentí parte del mar y no ajena a él.

Como amateur, agradezco haber confiado en el proceso, trabajando con mis fortalezas y también debilidades. A veces, podemos caer en el error de querer apresurar nuestro paso para cumplir con rapidez ciertos hitos que creemos deben ser cumplidos. Como me lo han dicho siempre los entrenadores con quienes he tenido la oportunidad de interactuar, hay que aprender a confiar en el proceso. Comprometerse y prepararse, sin atajos. Pues casi siempre, cuando cumplimos el proceso, los resultados vienen por añadidura.

Antes de intentarlo, creía que sí. Ahora que lo he logrado, me he dado cuenta que las posibilidades pueden estar más lejos de lo que los límites actuales de mi visión me permiten ver.

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