Reflexionando

La rutina en la natación

Mar Chipipe

La rutina es necesaria y nunca pasará de moda

Probablemente alguna vez habremos escuchado de cierto segmento de personas un discurso que busca degradar a la rutina, tornándola como algo que hace de nuestras vidas monótonas y aburridas. Si bien en determinados momentos de la vida me he dejado llevar por esa forma de pensar, hoy más que nunca estoy en desacuerdo con ese punto de vista. A la rutina le debemos mucho porque gracias a ella podemos vivir experiencias diferentes e, irónicamente, salir de la rutina.

Para ser más clara, lo explicaré a través del deporte que tanto disfrutamos en este blog, la natación. Imaginemos un escenario en el que no tenemos una rutina diaria de entreno, en el que nadamos cuando nos place y cuando no, no. ¿En cuántas competencias o travesías podríamos participar?, ¿en qué estado y con qué impacto terminaríamos una extenuante jornada natatoria sin las capacidades físicas que sólo con rutina se desarrollan?, ¿estaríamos en capacidad de ir a una competición internacional en aguas abiertas?, ¿podríamos nadar cada vez más y más km.?, ¿podríamos bajar nuestros tiempos? Al menos que hayamos nacido con un don divino, para la mayoría de personas no nos será posible mejorar sin una rutina comprometida.

¿Cómo nos beneficia seguir una rutina?

La habilidad se perfecciona. La rutina SÍ marca la diferencia cuando de mejora y desempeño hablamos, pues cada entreno diario que realizamos contribuye a que sintamos más familiaridad con el medio acuático, a corregir nuestros errores técnicos, a desarrollar nuestra capacidad aeróbica y anaeróbica. Estos y otros elementos repercuten positivamente en nuestra habilidad como nadadores. Y no nos equivoquemos al pensar que la rutina es monótona, sino todo lo contrario. Una buena rutina tendrá un plan de entrenos diarios y variados, para abarcar un amplio rango de destrezas, y para prepararnos en situaciones poco ordinarias o poco cotidianas en el agua.

Aprendemos a manejar el tiempo. Salir a las 5 a.m. de casa para empezar el entrenamiento de las 5:30 a.m., entrenar, 20 minutos para ducharte y arreglarte antes de ir a trabajar, organizar una jornada laboral productiva, alcanzar a nuestro entrenamiento de la tarde u otros compromisos personales. Mantener una rutina deportiva definitivamente nos impulsa a optimizar nuestro tiempo y a ser más productivos con la misma cantidad de horas que tenemos en un día.

Desarrollamos hábitos saludables. Dormir temprano porque al día siguiente madrugamos para entrenar, comer nutritivamente para que nuestros cuerpos rindan, limitar las malas noches porque tenemos un esquema de entrenamiento que seguir, dejar el cigarrillo y alcohol porque perjudican nuestro desempeño. Los ejemplos más comunes de hábitos saludables que muchos de quienes nadamos o hacemos cualquier otro deporte aplicamos.

Nos volvemos más disciplinados y constantes. El progreso requiere de constancia, y la rutina es la vía más segura que puede conducirnos a este. Cliché pero verdadero: las cosas que valen la pena requieren de tiempo. La rutina nos permite asimilar e interiorizar lo que hacemos, de manera que cada vez requiramos menos esfuerzo en un mismo ejercicio.

Y bueno… ¿para qué queremos la rutina?, ¿para qué nos interesa aprender a manejar nuestro tiempo?, ¿para qué desarrollar hábitos saludables?, ¿para qué reforzar nuestra disciplina? Deberían ser preguntas retóricas; de por sí lo que plantean ya es un beneficio para nosotros y no deberían dejar lugar a dudas e incertidumbres. Pero si en verdad queremos una razón mayor, recordemos que la puesta en marcha de todos estos pequeños hábitos que la rutina promueve, nos mantiene preparados y alerta cuando oportunidades no rutinarias se presenten.

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