Un cruce diferente ~ Sábado, 10 de febrero del 2024
A las 8:00 del sábado 10 de febrero del 2024, participé en la primera edición de la competencia de aguas abiertas, Aquaman, en el Lago San Pablo, Ecuador. La competencia consistió en el cruce a lo ancho del lago, desde la playita Camuendo hasta el Muelle de Cachiviro, alrededor de 2.100- 2.200 metros de distancia. La competencia es la primera de una serie de eventos deportivos de la Organización Trilogy competitions.
El día antes
Como acostumbro en las competencias de aguas abiertas, viajé un día antes a la zona cercana al Lago San Pablo para pasar la noche. Aun cuando el Lago se encuentra relativamente cerca de Quito- a 1 hora y 30 minutos, aproximadamente-, para mayor comodidad, tranquilidad y holgura de tiempo el día de la competencia, y tomando en cuenta que, actualmente, nos encontramos en toque de queda entre las 0:00 y 5:00, opté por reservar una noche de hospedaje.
Con un amigo, salimos desde Quito a un poco más de las 14:00, llegando a Otavalo- ciudad cercana al Lago- después de casi 2 horas. Terminadas algunas gestiones de trabajo en la ciudad, fuimos a cenar en una pizzería, para luego dirigirnos a los alrededores del Lago y hacer el check-in en la casa de huéspedes donde nos alojamos, Bellavista. Escogimos estratégicamente este lugar, ya que se encontraba a pocos pasos del Lago, y a menos de 1 km. del lugar de partida de la competencia. La anfitriona de la casa, Bertha, se portó muy amable de inicio a fin. El hospedaje era en una acogedora casa familiar, con cuartos independientes con baño privado cada uno, y un lindo balcón con vista panorámica, donde bebimos café antes de alistar nuestras cosas para el día siguiente e ir a dormir.
El día de la competencia
Nos despertamos antes de las 06:00, nos arreglamos y desayunamos rápidamente. A las 07:15 nos encontramos en el punto de salida con el resto de las personas del equipo, para calentar y alistarnos antes de entrar al agua. Realizamos varios ejercicios, seguidos de las palabras alentadoras de nuestro entrenador. Procedimos a colocarnos nuestras gorras, gafas, trajes de neopreno y a inflar las boyas de seguridad. Antes de entrar al agua, pedí permiso y agradecí al Lago por permitirme estar ahí.
Empezaron a llamar a filtros, uno a uno, a los participantes, para que pasásemos a la zona desde donde iniciaría la competencia. Arrancamos puntualmente, aunque no se respetó el orden de salida según categorías y género; la mayoría empezó a nadar antes de que terminara el conteo regresivo.
La travesía
El nado de esta travesía fue agradable, con una distancia relativamente corta y un clima amigable para los nadadores, y las corrientes apenas se dejaban sentir. A pesar de mis problemas de visión que no me permiten ver muy bien a lo lejos, pude orientarme gracias a que la distancia desde el punto de salida al de llegada era pequeña, además que había algunos puntos de referencia que ayudaban a nadar en dirección correcta. Y cuando no lograba ver aquellos puntos, recurría a ver los brazos de los nadadores que estaban delante mío y de las estelas que dejaban en el camino. No desviarme fue un incentivo adicional para nadar “apretar” el paso y alcanzar a nadadores que lograba visualizar a lo lejos.
La llegada
Después de 42 minutos y algo más de 2.200 m. de nado según mi reloj, alcancé la meta. No fui de las primeras en llegar, pero pude superar mis tiempos, en comparación con carreras similares. Encontré a mi entrenador y a un par de compañeros del equipo en la llegada. Recibí mi medalla de finisher y refrigerio. Continuaron llegando más nadadores a la meta y, cuando todos hubieron llegado, los organizadores procedieron con el acto de premiación, donde mi varios miembros de mi equipo ganaron los primeros lugares de sus respectivas categorías.
Una vez capturados en fotografía los recuerdos de rigor, nos despedimos del lugar, de nuestros compañeros de equipo, y volvimos al hostal para hacer el check-out.
El regreso
Llegamos a la casa de Bertha, nos bañamos y arreglamos para regresar a Quito. En Cayambe, camino a Quito, paramos a almorzar en un restaurante de carnes. En la tarde, nuestra aventura del sábado concluyó y estuvimos de vuelta en cada una de nuestras casas.
El aprendizaje
- No dejar de hacer aquellas cosas que me gustan y hacen feliz. Inicié el 2024 pensando en no participar en competencias durante el primer semestre del año. Pero estaba preparada para hacerlo porque los entrenamientos nunca se detuvieron, entonces: ¿por qué no hacerlo?
- Si para bien o para mal, lo decidirá cada lector, pero nunca he ido a una competencia con el objetivo de ganar un lugar en el podio- y esta competencia no fue la excepción-. Mis objetivos en las competencias de aguas abiertas los he tenido siempre claros: voy para mejorar mi habilidad de nado en aguas abiertas, y, principalmente, para nadar la mayor distancia posible que la competencia del momento permita, porque cada metro adicional que pueda estar en el agua, representa para mí una oportunidad de fusionarme con el agua. Si los podios vienen, los agradeceré, pero no serán lo que me motiven a seguir nadando.
- Cada competencia, por más pequeña que sea, es una oportunidad de mejorar y medirse.